viernes, 29 de mayo de 2009

Ella y el...

Despues de ese beso ya nada fue igual, tanta ansiedad, tanto miedo, tantas dudas se desvanecieron como por encanto, ese beso apasionado, dulce, profundo, con tanta entrega de parte de los dos, fue el comienzo de una noche inolvidable.
Desde la mañana , en que habian quedado en encontrarse, ella sentia en su interior una carga tremenda de ansiedad, se probaba ropa, que se iba a poner para ese encuentro tan esperado?..ese hecho, el de sacarse y ponerse corpiños, vestidos, camisas, tangas..el roce de las delicadas prendas en su piel le producía una excitación anticipada, se miraba al espejo al probarse y casi sin querer se imaginaba las caricias que ansiaba recibir..
El día transcurría lento, hasta que llegaron las 9 de la noche, y ya lista, vestida con una camisa negra, el boton superior, estrategicamente desprendido, dejando ver el comienzo de sus pechos, un pantalon ajustado al cuerpo, zapatos de tacón alto..el cabello suelto, brillante y sedoso, partío a la cita.
Era la segunda vez que lo iba a ver,la primera habia sido un encuentro casi formal, para estudiarse uno al otro y comprobar que se gustaban, que lo que se adivinaba en sus charlas por chat era cierto, hacia meses que venía creciendo este momento, mediante mensajes, llamadas, chat, fue haciendose palpable el deseo que crecia entre los dos.
Se encontraron en medio de mucha gente, el sonrió al verla y en sus ojos se reflejo que le gustaba mucho lo que veía, y ella se sintió feliz de saberse deseada, de estar ahi a su lado.
Subieron al auto en medio de charlas nerviosas, y partieron a ninguna parte en especial, en el aire se respiraba ansiedad, flotaba entre ellos una energía que los envolvía, el tomó su mano mientras conducía y la beso, ella sintió la calidez de ese roce..y supo que esa noche todo podía ser.El detuvo el auto en un lugar tranquilo, solitario, frente al lago...se reflejaban a lo lejos las luces de la ciudad y se giró , la miro ,puso su mano trás de su cabeza y la besó...ya no había nada que esperar, estaba todo dicho, se habían encontrado.
Ella en principio, respondió timidamente, suave..el la fue llevando a un torbellino de pasión que la dejo jadeante, los besos se hicieron cada vez más profundos, mas sensuales, sus lenguas se recorrian, buscandose, la boca de él se deslizaba por su cuello, el lóbulo de su orejita derecha..el había rozado apenas sus pechos ya henchidos , turgentes y deseosos de libertad, le desprendió la camisa para buscar desesperado con su boca sus pezones erguidos, y los beso,los lamió con deleite, regodeandose con la belleza de esos pechos redondos, calientes y entregados a sus caricias.
Ella mientras tanto lo miraba hacer, todo su cuerpo respondía a las caricias de el, se sintio morir de placer cuando el, desprendio su pantalon, metio su mano en su entrepierna y con delicadeza comprobó la humedad que mojaba su ropa interior, la tocó y ella gimió, enloquecida de deseo, su sexo estaba completamente mojado , caliente, ella acariciaba el pelo de el, aspiraba el aroma masculino que la envolvia, disfrutaba de ese momento , de las manos de él que la excitaban cada vez más, sintío la necesidad de ser ella quien lo tocara, con apuro, lo ayudo a desprenderse el pantalón, le bajo el cierre, y comprobó que el estaba completamente excitado, que su pene estaba firme y anhelante, lo tocó con suavidad, lo recorrió admirada , y lo miró a el a los ojos, lo sintió gemir de deseo, lo acarició de arriba abajo, con la punta de los dedos, despues lo envolvió en su mano, sintiendolo palpitar, y mojandose los labios, se agacho hacia el, con la punta de la lengua lo rozo, haciendo pequeños circulos mojandolo, lo sentía vibrar y estremecerse..lo fue metiendo en su boca, despacio..y escuchaba los gemidos de el, fue besandolo, deslizando su lengua por dentro, gozando de esa maravillosa sensacion de tenerlo dentro de sí.,hasta que la situación se hizo insostenible..que hacemos con esto?..
Decidieron ir a un hotel, para poder entregarse a esta locura que los dejaba mareados de deseo, apenas entrar se abrazaron con desesperación, buscando sus bocas , sus manos deslizandose por todos lados,fue desapareciendo la ropa, con cada prenda que caía al suelo, se desprendían de sus miedos, sus prejuicios...el recorrió su cuerpo todo ,acariciandola, respirandola, ella se entregó a su pasión , totalmente entregada a el, cayeron a la cama, enredados, besandose, el la recorrió con sus manos, se detuvo en la redondez de sus nalgas, deleitandose en sus curvas, sus escondites, mojandose en su humedad...ella tocaba ese cuerpo, lo besaba , lo recorria con la lengua, el beso toda su espalda,suavemente, hasta llegar a su sexo..ella abrio las piernas y asi el pudo besar su interior, su sexo ardiente y empapado, pudo recorrer con su lengua todo su sexo , haciendola enloquecer de pasión..
Ella busco tambien el miembro de el, lo deslizó en su boca y se deleitó chupándolo, saboreandolo..recorriendolo de punta a punta, mirandolo a el a los ojos..sintiendose poderosa , deseada, admirada..hasta que los dos desearon fundirse en ese acto, ser uno, ella se tendió , y el con calma, con placer, suavemente la fue penetrando, mirandola gozar de ese momento único, gimieron los dos, sintíendose enteramente solos en el mundo, el uno para el otro, sus cuerpos encajaban perfectos, ella sintió estallar dentro de si la magnitud de un orgasmo largamente esperado, que la sacudió desde lo mas profundo de sus entrañas, de su ser de mujer plena, sintió latir dentro de ella el miembro de el, que la llenaba por dentro, y que gemía de placer junto a ella.
Se acomodaron en la cama, la respiración fue haciendose mas pausada, no hablaban, se sentían tan plenos , que las palabras estaban de más, abrazados, envueltos en la magia del momento vivido, anhelado, esperado, que se habia hecho realidad y que los marcaría de ahi en más.

sábado, 23 de mayo de 2009

La Secretaria

Se puede decir que no la conocía, ya que la veía una vez al mes cuando pasaba por su trabajo, ni el nombre me acuerdo, si es que alguna vez lo supe. Solo sabía que la secretaria de 22 años tenía lo suyo pero por mi ética de trabajo no iba a decirle nada.
Uno nunca sabe qué puede perder, y en el fondo de esa actitud moral se esconde casi siempre un temor mayúsculo que se mezcla con represiones y el temor cierto a ser descubierto en una falta.
Queda claro que no era yo quien iba a avanzar, así que después de cuatro o cinco visitas la piba esta me agarró de la barba y me pegó un chupón de sorpresa.
Todavía sin saber cómo reaccionar me fuí. Unas cuadras más allá ya me pegaba la cabeza contra el volante por lo idiota, pero era tarde para volver.
Busqué un excusa tonta para ir al día siguiente, pero el clima no era el mismo. Otra vez me fuí sin decir demasiado. No hubo beso.
Insistí en verla una semana después, porque tenía la lucha interna entre atender a mi trabajo o a mis deseos. Cuando abrió la puerta le dí yo un beso agarrándola del cuello sin dejar siquiera el maletín que tenía en la otra mano. Ella cerró de un portazo con el brazo por atrás de mi espalda y me siguió besando.
Había calculado la hora, ella debería estar desocupada y así fué, no nos dijimos nada y nos apretamos en el hall más de diez minutos.
Sentía sus duras tetas en mi pecho, tenía agarrado su culo con una mano y el maletín con la otra.
En un momento lo solté y cayó pesado al suelo, en ese momento la solté y dí un paso atrás.
Con las dos manos la tomé de la camisa blanca y desprendí los botones, Su corpiño de era rosado y ella, con la habilidad propia de las mujeres se lo soltó con una mano. Me arrodillé y lo subí dejando libres las firmes tetas que empecé a chupar casi con hambre mientras agarraba los cachetes del culo con fuerza.
Al mismo tiempo ella subía su pollera negra de algodón y con la punta de los dedos empezó a desabotonar mi camisa, así que me levanté y la dejé hacer.
Me besó las tetillas, el estómago y me bajó el cierre. En ese momento se paró y le partí la boca mordiéndole los labios mientras mi mano entraba por la cintura de la pollera hasta tocarle el clítoris.
Ahí lanzó un gemido y con sus manos bajó de un tirón su pollera y su bombacha hasta pasar las rodillas.
La tenía toda para mí y me volví a arrodillar y le chupé la concha lo mejor que pude en esa posición. Ahora sí que estaba gimiendo con ganas y tuvo la fuerza necesaria para agarrarme de la pera y separarme para decir que fuéramos a su oficina para estar más cómodos.
Yo miré de refilón su escritorio lleno de cosas, su sillón chico y le dije quedémonos acá, mientras la agarraba de las manos y la ayudaba a bajar hasta el suelo.
Un segundo después me saqué un zapato y el pantalón de una sola pierna, la otra quedó enganchada con el otro zapato.
No podía distaerme más, tenía a mi lado a una mujercita de 22 años, con la piel tostada por la cama solar y en pelotas esperándome, no iba a preocuparme por un pantalón. Si tuve tiempo de bajar el slip a las rodillas y con un movimiento del pie libre lo dejé trabado con el pantalón, era todo lo que estaba dispuesto a dejar de mirarla.
Le chupé otra vez las tetas y ella me agarró la poronga con las dos manos que ya estaba al palo.
Despacio, si dejar de lamer sus pezones por turnos me subí arriba y ella acomodó mi verga frotándola por toda la concha tres veces.
Cuando la dejó quieta se la clavé muy fácil, estaba toda mojada y pegó un grito, por mi brusquedad. Una vez adentro de su concha la dejé unos momentos inmóvil y despacio empezó la morocha a moverse. Fueron casi dos minutos de resoplidos y gemidos hasta que jadeó y supe que había acabado, ella me tenía abrazado por debajo de mis brazos y en ese momento me clavó todas las uñas en la espalda. Fué la señal que esperaba para empezar a bombearla yo. Cuando quise hacerme un poco para atrás sus labios de la concha me la sacaron y ella dijo cómo me acabé, yo con un beso en el cuello le dije que había un poco más. Estaba tan mojada que cuando arremetí contra su conchita tierna entró sola hasta la mitad. Pegó un gritito y se la clavé más despacio desde ahí. Empecé a moverme al ritmo de sus gemidos que me calentaban la oreja.
Venía aguantando para no acabar pero todo estaba tan caliente que cuando sentí que me faltaba poco solté mis brazos y me acosté sobre ella y con las manos libres le agrarré los cachetes del culo para levantarla y clavarla más profundo. Empezó a mover la cabeza para todos lados como en un ataque de nervios y pedía más, más.
Estaba cerca de acabar, ya sentía el calor de su cuerpo en todo el mío y lo único que se me ocurrió en la posición en que estaba era meterle un dedo en el culo.
Así, más, dijo, cuando yo le empezaba a penetrar el orto con el dedo gordo. Así, dijo de nuevo y le clavé el dedo a fondo. La tenía penetrada por los dos lados y sus piernas se habían levantado para facilitarme la tarea.
No sé de dónde saqué fuerzas para sacar verga y dedo al mismo tiempo cuando me dijo no me vas a dejar así, no.
Claro que no, pero yo ahora necesitaba, por Dios que necesitaba enterrarle ese hermoso culo y le dije.
No papi, hoy no hay cola, otro día voy a estar más tranquila y te lo doy, pero ahora no.
Yo no sabía si clavármela de nuevo por la concha, estaba recaliente para dejar y ella me dijo acostate vos.
Mientras se sentaba me dijo que muy pocas veces la habían calentado tanto la primera vez, pero lo que voy a hacer ahora nunca lo hice hasta por lo menos el tercer mes. Miró a mi verga, la agarró con una mano y se la frotó contra las tetas, el cuello y luego la cara.
Yo rogaba el momento en que abriera la boca cuando sacó la lengua y empezó a lamerla de arriba para abajo poniéndola más dura todavía.
Después abrió los labios y no pude contener el empujón que pegué desde el suelo hasta metérsela mucho. Ella, sin sacársela, se contuvo y respiró profundo tres o cuatro veces. Después empezó a chuparme la cabeza de la poronga a su ritmo mientras la tenía agarrada por la base. Yo la tenía muy caliente y quise empezar a empujar de vuelta. Me puso su otra mano en la panza para que no me mueva y me miró con esos ojos cafés, con la cabeza adentro de su boca.
No pude más, y ella apuró su ritmo lo que me hizo acabarla por completo, le llené la boca, y ella absorbió todo mi semen y volvió a lemerme la cabeza.
Un hilo de mi jugo se le escapó por el costado y se lo limpió con una mano dándome un beso en la punta de la verga dando por concluida su misión.
Se levantó y me dijo que iba al baño, levantó sus ropas que estaban arrugadas abajo nuestro y se fué.
Aproveché a sentarme, acomodarme la ropa que estaba hecha un nudo en mi tobillo y antes de pararme preferí seguir acostado un par de minutos. Busqué un pucho en el bolsillo del pantalón, el paquete se había abollado pero saqué uno y lo prendí.
Apareció bien vestida, perfumada y con aliento a menta unos minutos más tarde, yo seguía en el piso con mi faso y me trajo un cenicero. Se sentó al lado mío y me besó la oreja, dijo que no había pensado que fuera tan bueno, que de sospecharlo me habría avanzado mucho antes y que estaba muy contenta por el mágico momento que habíamos pasado. Yo me dí vuelta para quedar frente a frente y poder besarla, lo que hizo que volviéramos a apretar esta vez en el piso los dos.
Le puse un brazo por debajo de su cabeza como almohada para apretarla fuerte y la otra mano en su carnoso culo, por debajo de la pollera a través de la cintura.
Ella dejó sus manos al frente, con una me acarició y con la otra me agarró la verga, por fuera del pantalón.
Nos besamos mucho, e incluso más lindo que antes, yo la masajeaba y ella a mí.
Había sido un final espectacular para un momento sólo soñado cuando ella empezó a desabrocharme de nuevo la camisa y empezamos otra vez.
Pero esa es otra historia.

Hasta las Manos

Estaba un día paseando, tenía apenas 14 años y creía que ya me sabía unas cuantas.
La tipa estaba en un BMW de un par de años color gris estacionado en una esquina a las tres de la tarde, y sentada en el asiento del conductor, sacando la cabeza por la ventana me preguntó si conocía una calle.
Por supuesto que la conocía, estaba entre las cosas que ya sabía y por las que andaba exclusivamente con mi soledad.
La tipa, de unos 50 con el pelo morocho, de tez trigueña tirando a oscura, intentó ser de lo más amable y por un momento, pretendió no entender las explicaciones que le dí acerca de cómo tomar esa calle.
Obviamente, me había encontrado la vuelta, y yo no sabía tanto como creía.
Tuve el impulso de decirle todo otra vez, cuando de mis labios brotó una frase que no había dicho nunca, que tampoco había pensado y que evité todas las veces que pude después. "Te acompaño, llevame en el auto y por el camino te indico."
Una cuadra, todo bien, dos, seguíamos por el camino correcto.
En su intento por parecer honesta y seria me preguntó acerca de si estaba en pareja, le respondí que no, pero que eso no me preocupaba.
De repente dobló, tomó una dirección contraria a la que le indiqué y me dí cuenta que pasaba algo. Le hice saber que había cometido un error doblando hacia donde lo hizo y me respondió con voz calma que retomaría en la primera que pudiese.
Traté de relajarme con la excusa cuando sentí que me tocó la rodilla, al mismo tiempo preguntó no sé que cosa, los nervios no le dejaron pensar y lancé un consabido ¡ajá! lo que fue tomado como respuesta.
Luego de otra vuelta, esta vez en el sentido correcto, me pidió si podía buscar un sobre sobre el tablero del auto, en el que estaba escrita la dirección que buscaba.
Sin responder, me puse a hacerlo y encontré varios papeles pero no el sobre o papel con ninguna dirección escrita.
Echó una puteada de bronca (dentro de mi experiencia no comprendí hasta un rato después lo que verdaderamente pasaba). Mi idea a esta altura era llegar a la calle indicada, bajar y despedirme tranquilamente del auto como si nada hubiera pasado, la sola idea de lo que pasaría después me hubiera aterrado, pero en ese momento la simple sospecha no significó nada, entre la boludez propia de los 14 años y la inexperiencia evidente de la que me enorgullecía, estaba siendo víctima de una que tenía muy claro lo que quería y lo que debía hacer para conseguirlo.
Dobló una vez más sin explicación aparente y mirándome ya con ganas me dijo que debía pasar a buscar la dirección que, por supuesto, se había olvidado.
Me consultó si tenía apuro en irme y le dije que no demasiado, y con una sonrisa de oreja a oreja me pidió por favor que si no era molestia la acompañara a su casa a pocas cuadras de allí, le volví a contestar que no había problema y me agradeció.
Sos muy dulce, sabés, me dijo, y confirmé las sospechas en el momento mismo en que estacionó el auto, a tres cuadras de la calle por la que me consultó al principio. Pensé que era muy extraño que no conociera una calle a tres cuadras de la casa y encima si tenía auto. Agarró las cosas de arriba del tablero y sacó otros papeles de la guantera al tiempo que yo no dejaba de ver los cabellos morochos que rozaban mis pantalones por la posición encorvada que había tomado para la maniobra.
Hasta ese momento no había reparado en la calentura que me producía toda la situación, pero de repente sentí brotar fuego de mi entrepierna, un fuego que no había sentido antes y que no cabía dudas de que era sexual.
Mirá, me dijo, con voz pausada, pensaba que podía entrar a casa y salir en unos minutos con la dirección mientras vos esperabas en el auto, pero no estoy segura de dónde está el famoso sobre porque tendría que estar entre estos papeles, así que si no te molesta me acompañas a casa, así busco más tranquilamente, cierro bien el auto y te invito un café. Acepté; ya estaban jugadas todas las cartas.
Subimos al pequeño ascensor y tuvimos el primer franeleo,
me besó el cuello y mi sexo estaba por explotar. Lo que sucedió después imaginátelo.

Adivinanzas / Humor

La duquesa de Kent invitó a toda la realeza a tomar el té en el palacio. Como todos estaban muy desprogramados y aburridos, la duquesa propuso jugar a las adivinanzas, juego en el cual ella era muy buena. Entonces, mirando a través de la ventana, ve a su hija montando a caballo y dice: -Ya está. Ahí va la primera: Grande y Brioso y entre las piernas de la mujer se pone nervioso... ¡Ya sé, LA PORONGA!!! Dice un invitado. Oh!Dios mío!! Es usted un mal educado y un vulgar! Como se le ocurre? Se ofende la duquesa e indignada dice: Jaime, por favor traiga la capa y el sombrero que el Conde se retira. ¡Oh no! Discúlpenlo, por favor, damas, denle otra oportunidad! suplican los invitados. Bueno! Por esta vez lo disculparemos, pero que no se repita. La duquesa ve a una invitada jugando con una sortija de matrimonio en el dedo y dice: Es redonda y brillante y a las mujeres les entra como un guante... ¡LA PORONGA!!! Dice el mismo invitado nuevamente. ¡Oh! Esto es terrible, es inadmisible e imperdonable!! Jaime, traiga la capa y el sombrero que el Conde ahora sí se va! grita la duquesa. -No, por favor, dispensen mi mala educación, prometo que no se ha de repetir, contesta el Conde. Todos los invitados le piden a la duquesa una última oportunidad. -Bueno, pero será la última vez que soportamos una grosería semejante, responde la duquesa muy seria. La duquesa observa a un invitado metiendo la tostada en el té y dice: -Ahí va la tercera: Entra seca y esponjosa y sale mojada y babosa. El invitado grita: ¡Jaime, tráigame la capa y el sombrero porque esto es una poronga de acá a la China ...!!!!!

Acá Chicas

¡Uy, Uy, Uy!

Ponémos Música?

Para Vos, Mirón